Javiera Arce: "La política debe ser para servir, no para servirse de ella"

Por Paulina Hidalgo, Prensa Proyectamérica

Libertaria. Este el término con el que Javiera Arce (22 años, estudiante de cuarto año de Administración Pública con mención en Ciencias Políticas) se define sin titubear. Con la misma convicción, desgrana su particular recorrido político, su búsqueda y sus intereses. Se encarga de destacar su reciente trabajo como jefa de campaña de la Lista B, “Rescata tu FECH, Nueva Mayoría, Nueva Federación”, una alianza electoral de la Juventud Socialista y las Juventudes Comunistas que recientemente compitió por la conducción de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), obteniendo el segundo lugar, con el 21% de los votos, tras la lista "Izquierda en Movimiento".

-¿Cuál es el origen de tu militancia política socialista?
-Mi tema con la militancia se dio más bien como una evolución. Estudie en el Liceo Nº 1 y aunque que salí en 2002, viví el germen de protestas y movilizaciones que luego desencadenaron “la revolución pingüina”. Fui presidenta de curso durante dos años e iba a ser candidata a la presidencia del centro de alumnos, pero mi mamá me impidió seguir porque en esa época tenía más control sobre mis actos. En ese tiempo me juntaba con niñas comunistas y pese a que no estaba de acuerdo con todo lo que hablaban, participaba en la base del liceo; cuando salí de cuarto, decidí integrarme a un partido formalmente y vi que el PC definitivamente no era lo mío. Entonces, comencé a observar un poco el panorama y opté por ingresar al PS en 2003. ¿Cómo? Simplemente llegué a la sede del partido y pregunté, conocí gente, empecé a trabajar e inicie la militancia, sin haber desarrollado ninguna etapa de preparación ni estudio. De hecho creo que soy una de las pocas autodidactas. Tenía algún conocimiento de marxismo y lo demás lo enfrente a partir de refutar lo que me plateaban.

-¿Qué circunstancias te llevaron a interesarte en la política?
-Mi meta siempre ha sido ser una suerte de agente de cambio en la sociedad. Por eso, aportar desde la marginalidad no era para mí muy atrayente porque no daría frutos en el futuro. Me interesa trabajar con el cuento del poder, pero no desde fuera sino desde dentro y no cómo un fin en sí mismo. El tema es conseguir que el poder permita articular cambios.


-¿Qué opina hoy tu familia de tu trabajo político?
-Ellos se toman muy bien el tema político, en todo caso mi papá me celebra mucho más que mi mamá, cuya primera reacción fue de rechazo, de decir que estaba corriendo riesgos y que me podían hasta matar. Pero con el tiempo se acostumbró y hasta se pone contenta porque me ha tocado viajar en representación del partido en varias instancias.

Mis papás son bastante cautos en su mirada de la política, pues se definen como simpatizantes democratacristiano. Siento que ellos, de alguna forma, han moderado mi pensamiento. Así, a medida que pasa el tiempo, he ido estableciendo un cable a tierra con respecto a mis ideas y postulados.


-¿Cuál es tu visión de los partidos y de la política tradicional?
-Creo que la política está agotada y viciada. Viéndola desde dentro del partido puedo decir que las estructuras no se están adecuado a lo que opina la sociedad. Creo que los jóvenes militantes también estamos adquiriendo los mecanismos viciados de la gente más vieja.
Me refiero a las personas que ven la política como un elemento del que servirse y no servir al resto, ese es un vicio que me ha tocado ver en la gran mayoría de las personas que hacen política y me parece que la gente también percibe eso. De hecho, esto también se confirma con fenómenos como la deslegitimación del Estado como una institución que no se hace cargo de las demandas ciudadanas y sigue sin percibir hechos concretos como las diversas protestas que se sucedieron el año pasado o el auge que adquirieron este año los temas ligados a los sindicatos, por mencionar sólo un foco. La gente no siente ya la necesidad de agruparse. Nosotros mismos, los militantes de los partidos, tampoco hemos sido capaces de leer estas señales de la sociedad.

Frente a este oscuro diagnóstico, Javiera toma distancia para recalcar que “el día en que ya no me interese el bien público o ayudar a cambiar la sociedad y vea la política como un fin para avanzar en metas personales, ese día me voy a salir”.

-¿Qué opinas de instancias de poder como el Congreso Nacional?
-Primero hay que observar el presidencialismo que marca al sistema político chileno, donde tenemos un rey o, en este caso, una reina que tiene un periodo de cuatro años y que ha escogido a su corte y a sus bufones. En este marco, y pese a que no soy jurista, tengo la idea de que la formulación de nuestra Constitución no ha hecho más que fortalecer este régimen presidencialista, y esto, a su vez, ha terminado por deslegitimar al Congreso, que no tiene un verdadero carácter resolutivo y sus políticas no son vinculantes con las decisiones del Ejecutivo. Es un tema súper complejo y si no se le pone freno, nos va llevar a presenciar el aumento de fenómenos como el de los diputados díscolos. Se necesita más equilibrio y definitivamente sacarle algunas atribuciones al Presidente. Los otros poderes necesitan respirar.

Con respecto al sistema binominal que condiciona las elecciones parlamentarias, me parece primordial cambiarlo porque su existencia favorece un statu quo que plantea una situación ilógica e inviable. Es fundamental que profundicemos nuestra democracia; por ejemplo en España todas las fuerzas tienen representación, no como aquí que tenemos un partido comunista envejecido y partidos como los regionales que nos son tomados en cuenta para nada.

-Llama la atención que haya pocos jóvenes diputados o concejales, ¿qué piensas de esto?
-Es totalmente cierto y tiene que ver con los mecanismos de elección de candidatos. Se hace un llamado desde el comité central al que asisten los representantes de las regiones y sectores, entonces se elige por cuoteo y de manera centralista a los candidatos ya sea para la plantilla municipal o parlamentaria. Eso no es justo, porque deja fuera la opinión de muchas instancias. El problema se de tanto en el PS, como en la DC o el PPD.
Los líderes de los partidos están tan ensimismados en mantener el poder que son incapaces de darse cuenta que hay otros ejes articuladores con agentes que tratan de vincularse con la sociedad y trabajan en terreno. Esas personas merecen más espacio, pero siguen sin cargos debido al centralismo.

-Entonces, ¿donde están las instancias de participación política real para la gente joven?
-A nivel de las juventudes jugamos a hacer política. La idea es que nos entretengamos y crezcamos para pasar a una siguiente etapa en la que sí se nos permita hacer política de verdad, así de simple. Pese a que nuestras decisiones pueden tener cierto carácter vinculante dependiendo del ámbito de acción en el que nos movamos, creo que es en las universidades donde hay una participación más real. Aunque debo decir también que es súper complicado el trabajo porque los cabros, como conjunto, no están pescando y eso se debe a que los que estamos en política, no hablamos el mismo idioma que ellos.
En la U. de Chile somos 25 mil alumnos y en las elecciones de la FECH votan con suerte ocho mil. De inmediato uno se pregunta, ¿qué legitimidad tiene todo lo que hacemos?, ¿dónde podemos abrir espacios de participación?

Siento que la participación juvenil se ha centrado en otros ámbitos. Tal como señala Pier Paolo Donati estos espacios se ligan con el llamado “privado-social”. Ahí están por ejemplo el voluntariado, las juntas de vecinos o asociaciones ciudadanas que se han ido formando con el tiempo. A esas instancias es juntamente donde nosotros tenemos que apuntar como estructuras políticas y hacernos cargo y no que estas instancias nos sobrepasen a nosotros; un fenómeno que, en todo caso, no es malo porque da cuenta de un proceso de maduración de una sociedad como la nuestra, que viene de una dictadura y que ha tenido que rearticular nuevamente sus redes sociales.

Lo que hay que hacer es adaptarse a estas nuevas formulas de participación. Así por ejemplo uno de los votos políticos que surgió del Congreso Juvenil del PS del 2005, apuntó a crear un centro cultural en cada uno de los comunales, paralelo a la representación de ese nivel. Eso permite hacerse cargo efectivamente de otras demandas que tenga la comunidad juvenil y poder vincularlas después con el tema político.

Y otro ejemplo: en la Universidad nosotros tenemos, aparte del comunal de la juventud del partido, un grupo de voluntariado que se llama Cap Social, que nació gracias al Fondo de Desarrollo Institucional (FDI) que nos permitió ir a hacer trabajos de voluntariado a Molina en la VII región. La organización se ha fortalecido y ha funcionado tan bien que ahora participa gente de todo el arco político desde la extrema izquierda a la derecha. Además, esta estructura nos ha permitido generar una red de voluntarios muy diversa, que se une a partir de su preocupación por ayudar a los demás, y al mismo tiempo se ha hecho cargo del ámbito “privado-social” que te mencionaba. De hecho, algunos de los candidatos que nuestra lista postuló para consejeros de la FECH provienen del germen del Cap Social.

-A partir de la formación que estas recibiendo en PROYECTAJÓVENES, ¿qué tipo de liderazgo te interesa articular?, ¿cuáles son los temas, necesidades o sueños que te mueven?
-Siento que estoy en una búsqueda constante que seguramente se liga con mi fascinación por la filosofía. Creo que me interesa, como decía, tratar de articular cambios, pero tengo también otras dicotomías en la cabeza. De un lado, me gusta la política partidista, pero por otro me cansa un poco y ahí surge mi interés por la academia, es decir, investigar, enseñar y escribir.

Se que tengo aptitudes para liderar cosas y para generar equipos de trabajo -por algo soy la vicepresidenta del comunal socialista de la Chile-, aún así, creo que estoy en una búsqueda constante y por eso me metí al PROYECTAJÓVENES. Espero tener herramientas para seguir ejerciendo de alguna forma la política con la herencia de la vieja escuela que nos ha entregado este curso a través de sus charlas. Esa es la contradicción en la que me muevo todo el tiempo.

Por otro lado, me encantaría irme a estudiar fuera un rato y descansar. Durante los últimos cuatro años he estado trabajando fuerte en política, haciendo campaña, pintando lienzos, pegando afiches y en cargos dirigenciales dentro de la universidad y del partido, entonces ya estoy un poco saturada del tema. Por lo demás, creo que de repente hace bien desvincularse un poco, respirar y después volver para trabajar en un escenario diferente.


-¿Cuál es tu opinión frente a los debates nacionales del momento?
-Mi sensación es que a la opinión pública no la vemos por ninguna parte pero existe. La “Agenda-Setting” asimismo nos muestra la manipulación de los medios de comunicación que se encargan de perfilar cierto tipo de debates. Los medios saben instalar temas que son manipulados en su gran mayoría. Por ejemplo, cuando comentamos que un personaje X bajó en las encuestas, yo pregunto qué son las encuestas sino una suma agregada de determinados intereses.

Resulta impresionante ver lo manipulado que está el tema de la opinión pública y ahí los medios de comunicación son los que conducen todo. Los mismos periodistas, dependiendo de a qué medio pertenezcan, orientan las noticias desenfocándolas totalmente en algunos casos.

Si tu me preguntas por qué ha crecido el miedo entre la gente en Santiago, está claro que han influido mucho los medios que dedican, por ejemplo, los primeros 15 minutos de los noticieros a la delincuencia. Pero ¿está tan mal Chile si lo comparamos con México o Colombia? Todo eso me hace adoptar una actitud de desconfianza frente a los medios y sus debates.

En este mismo contexto, la dirigenta, no tiene pelos en la lengua para apuntar que “la política ha pasado a un segundo plano y que ya no existe como un tema serio” No obstante, añade que “por esto mismo me llamó mucho la atención el revuelo que causó hace unas semanas el Congreso ideológico de la DC porque allí si hubo un debate público. Mis amigos de la universidad que militan en ese partido discutían y se dividían entre los que sí querían lucro en la educación y quienes lo rechazaban, o quienes decían que la agenda valórica era demasiado pacata”.

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