Esteban Szmulewicz: "A los políticos que actúan como llaneros solitarios, hay que responderles con política de calidad y más democracia"

Por Paulina Hidalgo, Prensa Proyectamérica

¿Qué elementos o circunstancias te llevaron a interesarte en la política?

Mi familia tiene nexos con la política. Mi abuelo Efraín, inmigrante polaco que llegó en la década del 20, se inició en la Democracia Cristiana y llegó a tener cargos en la dirigencia comunal de Ñuñoa y en la regional. Además, mi abuelo materno, de Quillota, tuvo participación activa en la política pero desde la otra trinchera. Él siempre estuvo ligado al Partido Conservador y fue regidor en una época anterior al gobierno militar. En mi familia no hay nadie que haya tenido grandes cargos, sino más bien una participación ligada a las bases.
Mi padre es militante del PDC, además de ser profesor en la Universidad Austral; y mi madre ha sido simpatizante de la Concertación hasta ahora, que se ha vuelto un poco más crítica revelando un alma de izquierda, rebelde frente a la tradición familiar.

Con estos antecedentes, está claro que la política ha estado presente durante toda mi vida. En mi casa siempre se habla de política. Además, siempre he leído y me he preocupado de aprender por mi cuenta. Así, en una suerte de proceso de desarrollo y aproximación a la política, he confirmado que tengo un bichito político más fuerte que mis antecesores. Integré el centro de alumnos de mi colegio, el Instituto Salesiano de Valdivia, llegando a ser vicepresidente en 2000.

¿Cómo inicias tu aproximación a la DC?
En la Universidad me dedique los dos primeros años de lleno a los estudios porque me apasionaron especialmente el derecho político y el constitucional. Sin embargo, en tercero resurgió la pasión política y con algunos amigos formamos un grupo que, a fines de 2003, se constituyó en la Democracia Cristiana Universitaria (DCU). Funcionamos bajo los principios humanistas cristianos, pero no en la militancia formal, sino que con una vocación y temática más gremial, es decir, ligada a la universidad y sus problemas (el crédito universitario, la excelencia académica, etc.). En 2005, participé en la directiva de mi carrera. Al año siguiente, dentro de la DCU tuve participación en el lanzamiento de una lista que abarcó a un frente más amplio con gente con nexos con la DC e incluso con partidos de derecha y se obtuvieron dos cargos en la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral.
Creo que la política universitaria tiene que ligarse más con temas contingentes y específicos de los estudiantes, que con la política nacional con mayúscula. Durante un dialogo que tuvimos con el ex ministro Yerko Ljubetic dentro de las actividades del PROYECTAJÓVENES, él señalaba que las organizaciones sociales poseen sus propias articulaciones de conceptos e intereses y que muchas veces no obedecen a definiciones de partidos políticos. Entonces, ante la pregunta de si debería haber una vinculación entre partidos políticos y organizaciones sindicales o estudiantiles, Ljubetic planteaba que no, porque cada instancia posee lógicas internas propias.

¿Cuál es tu visión de los partidos?
Mala. Creo que hoy los partidos están con una bajísima sintonía con los intereses de los ciudadanos en general. Hay unos que están peor que otros, pero no veo a ninguno sintonizando con las demandas e intereses y las preocupaciones de los chilenos. No quiero sonar demagogo, populista o con ese típico discurso que habla mal de la política y los partidos, pero lo que cuestiono es el enclaustramiento de los partidos en sí mismos. Predomina la preocupación por beneficiar al partido y sus intereses, y eso ha perjudicado la actividad política.
Es indudable que el ejercicio del poder por cuatro periodos presidenciales ha desgastado a la Concertación. A nivel de grandes próceres, por así decirlo, existe aún una chispa ligada a ideales y utopías, que también permanece viva a nivel de bases. Hay en toda esa gente un interés legítimo por transformar la realidad. Me refiero a una visión progresista de la política que, al menos a mí, me motiva e interesa desarrollar.
El desgaste está a nivel medio, donde se da una suerte de acomodamiento, y esto lo digo con bastante cuidado. Hay un acomodamiento de la Concertación al poder que lleva a las personas a interesarse demasiado por mantenerse en los cargos públicos o que tienen relación con éstos. Eso nos lleva a un statu quo muy cómodo, que, de alguna manera, nos ha vuelto conservadores; o sea, no estamos funcionando como una fuerza transformadora de la realidad y eso, junto a los escándalos de corrupción, ha perjudicado a la coalición gobernante, más allá de que sólo algunos sean reales y otros provengan de la explotación mediática de la oposición.
Por otro lado, esta misma oposición hace mucho rato que está en franca decadencia. Con excepción de un núcleo duro de la UDI, que se liga a algunas zonas populares y determinados sectores altos con una ideología conservadora, el voto de ese partido es muy variable y se explica mucho a partir de personalismos y liderazgos individuales fuertes.

¿Que opinas del fenómeno de los personalismos, tan comentado este año y que se ha vinculado con el desgaste de la política?
Primero, están el contexto en el que nos situamos y en el que quisiéramos situarnos, es decir, el plano del ser y el del deber ser. Si comparamos uno y otro, sobre todo a la luz de inconformismo y de los ideales que deben marcar a los jóvenes, claro que podríamos estar mucho mejor. Si uno observa la política europea, ve que los partidos obedecen a lógicas más cohesionadas, ordenadas y coherentes que a personalismos, con algunas excepciones que confirman la regla. Frente a eso obviamente no estamos donde quisiéramos estar.
Pero hay otro plano que nos lleva a compararnos con los vecinos y allí nosotros exhibimos una significativa calidad en nuestras instituciones políticas. Hay un informe del Banco Mundial de 2005 que compara la calidad de las instituciones en más de 100 países a partir de varios factores. En esa medición, Chile se ubica junto a los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). El país con la mejor evaluación de calidad institucional es Finlandia pero, en el promedio de la OCDE, Chile lleva ventaja a los demás países de Latinoamérica (muy lejos le sigue Argentina). La situación seguramente ha experimentado variaciones pero está claro que tenemos una calidad de la política que explica justamente los niveles de crecimiento y desarrollo económico que hemos alcanzado en las últimas décadas.

Tu balance de la política, entonces, es positivo
Si, creo el balance es más positivo que negativo. Además, yo soy un demócrata convencido, y por eso creo que, para asegurar la calidad de la política, en vez de las vías sólo institucionales o basadas en caudillismos, hay que profundizar la democracia.
A los políticos que actúan como llaneros solitarios, hay que responderles con política de calidad y más democracia. Me refiero a replicar con ideas, propuestas e ideología. Si uno se detiene a mirar las disputas ideológicas, éstas corresponden a temas totalmente actuales, sólo que se manifiestan en otros planos. Ya no vemos la disputa entre comunismo y capitalismo, pero hay otras pugnas, por ejemplo, entre una mayor o menor intervención del Estado.

¿Qué opinas de la falta de interés de los jóvenes por la política?
Me parece muy preocupante porque implica que no se produce un fenómeno de oxigenación de ideas. Y los jóvenes están históricamente llamados a ser un motor de renovación de ideas dentro de toda organización humana.
En Chile yo creo que hay poca fe en los jóvenes. No obstante, tengo confianza en la gente que conozco e incluso en la que no conozco y que hace política. Si les damos una oportunidad genuina a los jóvenes de participar como lo ha hecho la Presidenta Bachelet con muchos, ellos sabrán aprovecharla. Por ejemplo, acá en Valdivia, dentro del proceso de creación de una nueva región de Los Ríos, una de las ideas que ha guiado al intendente, Iván Flores, es el convencimiento de que la gente nueva debe tener la oportunidad de probarse en diversos cargos dentro del servicio público. Se trata concretamente de gente de menos de 35 años venida de las universidades y también del mundo privado y que hasta el momento se ha desempeñado muy bien en cargos como seremis y direcciones regionales. Esa es una señal, junto a muchas otras que ha dado la Mandataria, de una esperanza real de renovación de la política.

¿Y qué opinas de la falta de confianza de los partidos en los jóvenes?
De todas maneras existe. Siempre hay un genuino temor de que alguien con menos experiencia pueda meter la pata; por otra parte, hay una clase política que ciertamente está apernada al poder.
Además hay que señalar que el estatuto administrativo de los funcionarios públicos no permite demasiada flexibilidad en el empleo, porque es muy difícil despedir a alguien. Entonces, mecanismos como la concursabilidad de cargos de diversos niveles es muy buena pues posibilita que más jóvenes se integren a estas tareas para las cuales están capacitados.
Los jóvenes estamos estudiando mucho más, haciendo postgrados y preocupando de recibir una formación integral y de calidad, por lo que estamos más capacitados, y eso es bueno para nuestro país.
Existe, en todo caso, un fenómeno que es más difícil de analizar. Y es que más allá de la necesaria participación juvenil en cargos públicos, dentro de los partidos hay poca participación de la nueva generación y eso probablemente, tenga que ver con lo que hablábamos al principio de que los partidos no tienen temas ni actividades que convoquen a los jóvenes. Así, el ejercicio de la vida partidaria es visto como monótono y burocrático. Pero como contrapartida, cuando se habla de cultura, identidad social o solidaridad, los jóvenes si se sienten convocados.

Entonces ¿dónde están las instancias de participación real de la gente joven?
Cuando hablo de esas inquietudes culturales y sociales, las veo más bien como mecanismo que la política puede y debe aprovechar como instrumentos de convocatoria. La política debe seguir centrada en los intereses y problemas colectivos genuinos. Un partido no se puede juntar sólo para hacer actividad social, tocatas o exposiciones, sino que debe usar estas instancias para aproximarse a los jóvenes.
Es más fácil entablar una conversación con un joven en instancias como las mencionadas. Ahora, hay un ámbito donde la política está muy presente que es la universidad, más allá de que los niveles de votación en las elecciones puedan variar.
Los partidos tienen que volver a aproximarse a los jóvenes, buscarlos no sólo en las universidades, sino que también en los colegios y otras instancias de organización para ver en primer lugar, qué están pensando.
Hay una gran tarea pendiente en cuanto a la entrega de herramientas de formación para dirigentes y gente interesada en lo social. Hablo de una necesidad de multiplicar el PROYECTAJÓVENES por mil en todas las ciudades de Chile. Pero también existen otras formulas que vale la pena destacar: En la DC existen las llamadas comunidades de formación, que fueron relanzadas hace cinco años gracias a un grupo de amigos de Derecho de la Universidad de Chile que se interesaron simplemente por conversar sobre humanismo cristiano, más allá de la contingencia o los conflictos que hubiera con tal o cual senador. Esto, que empezó de una manera muy sencilla, se ha ido ampliando hasta este año, en que tuvimos un encuentro en Concepción con una convocatoria notable y ponencias muy interesantes. En Valdivia partió en 2005 y somos 15 jóvenes, en Santiago hay comunidades en prácticamente todas las universidades. No estamos hablando de un tema tan masivo, pero estos grupos de formación junto a instancias como el PROYECTAJÓVENES, pueden atraer a los jóvenes políticos mucho más que los esquemas tradicionales de formación. Hay una cuestión más con las formas que con los contenidos. Lo que aleja la gente de mi edad de la política son las formas y formulas que no conectan con sus miradas.

A partir de la formación recibida en PROYECTAJÓVENES, ¿qué tipo de liderazgo te interesa articular?
Creo que la política de hoy demanda liderazgos que posean un fuerte contenido ideológico y doctrinal, pero que también sean capaces de aterrizar estos elementos en la práctica. Los líderes antiguos, que se dedicaban a hacer discursos y mucha vida partidaria, manteniéndose de alguna manera en las nubes, ya no interpretan la realidad del país y el mundo. Es fundamental aterrizar las grandes ideas y proyectos a la realidad. Yo aspiro a ser un líder que, manteniendo una coherencia ideológica fuerte, con principios humanistas cristianos, sea capaz de traducir esos principios en políticas y programas concretos en el campo público.
Siento que la consecuencia entre valores y práctica es un elemento esencial de la política y que la ciudadanía tiende a premiar.

¿Hacia dónde orientas tu visión de la política?
Siento que puedo aportar participando desde el plano de las ideas a través de asesorías. Los políticos no trabajan solos, forman equipos, tienen asesores capaces de generar políticas específicas que, en definitiva, encarnan un tipo de liderazgo.
Perfectamente estaría dispuesto a entregar mi tiempo y mi capacidad para que algún liderazgo concreto y que considero valioso pudiera tener más fuerza y generar nuevas ideas. Tampoco descarto participar en formas más activa y en primera línea en la política, pero siempre en la medida que se pueda dar una política más constructiva y menos destructiva.

¿Qué opinas del establecimiento de una comunidad de líderes juveniles en torno al PROYECTAJÓVENES?
La idea de establecer una comunidad y que nosotros estamos tratando de materializar, surge a partir de la motivación que recibimos, como alumnos del PROYECTAJÓVENES, de todos los dirigentes que nos dieron charlas sobre la trayectoria de la Concertación y el devenir de la coalición. Pero sobre todo, este germen de comunidad se cimentó gracias al trabajo de los profesores, Mario Urquiola y Sergio Palma, que nos acompañaron de manera constante y nos guiaron para aprender a construir comunidad, crear equipos de trabajo y un grupo humano que tenga lazos más allá de lo político.
Lo que nos atrajo a Proyectamerica fue la simpatía por el proyecto de la Concertación. Un ideario que, tal como nos comentó el ex subsecretario Jorge Navarrete en su charla, hoy nos plantea el desafío de cómo traducir el éxito que hemos tenido en crecimiento económico en desarrollo humano.
Lo que nos falta es avanzar más en concretar el lema de crecimiento con equidad. Hemos crecido y avanzado mucho como país, pero no hemos sido lo suficientemente fuertes en potenciar la igualdad entre la gente. De ahí que el grupo que se armó en torno al PROYECTAJÓVENES deba hacerse cargo ahora de ese desafío de construir espacios de articulación de ideas en torno a temas como este de la equidad. Todo esto teniendo en cuenta que en el grupo de alumnos tenemos diferencias ideológicas, metodológicas y personales que nos enriquecen. Por ejemplo, yo tengo una mirada que, de seguro, se diferencia mucho de la que tienen mis compañeros de la capital, pues tengo claro que la diferencia de ingresos y realidades entre Santiago y las regiones es muy grande.
Estos temas y problemáticas deben articularnos como grupo humano para producir y transmitir también una motivación, entusiasmo y pasión por la Concertación a otras generaciones de jóvenes políticos que puedan venir.

1 comentarios:

Esteban Szmulewicz dijo...

Estimado Hernán:
Muchísimas gracias por publicar esta entrevista en el blog.
Espero que, dentro de todas las tonteras que digo, haya algo que se pueda rescatar.
La que sí está buena es la entrevista a la Javierita, que plantea cuestiones realmente interesantes.
Un abrazo amigo, ánimo para el verano y cuídate mucho.